Gastos de envío 4,5€ | Envío GRATUITO a partir de 45€ | Entrega estimada de 2 a 5 días laborables

Camino Mozárabe a Santiago por Trujillo

En Extremadura Curiosa solemos contarte historias de leyendas, pueblos con encanto, planes o curiosidades que hacen especial nuestra tierra. Pero de vez en cuando, nos gusta abrir una pequeña ventana a otras miradas que también ponen en valor nuestro territorio.

Hoy compartimos un artículo muy especial escrito por el historiador y peregrino Agustín Melchor Terrón sobre el Camino Mozárabe a Santiago a su paso por Trujillo y otros rincones de nuestra geografía. Es un texto más literario y pausado, que nos invita a caminar con el alma y a descubrir la espiritualidad, la historia y la naturaleza de Extremadura a través de los ojos del peregrino.

Una lectura distinta a lo habitual, pero que sigue celebrando lo que más nos gusta: nuestras raíces, nuestros paisajes… y las muchas formas de recorrerlos



El Camino Mozárabe a Santiago, vínculo cristiano entre la histórica Al-Ándalus y el núcleo religioso de Compostela, ha servido ancestralmente de senda espiritual al peregrino, al incansable viajero en constante búsqueda de su realidad interior y su pulsión por el contacto con lo Trascendente. Esta ruta por Trujillo, utilizada desde centurias atrás por caminantes espirituales procedentes del hoy oeste andaluz, se nutre de las inconfundibles figuras de aquellos que buscan el encuentro con lo sagrado a través de su cita con el apóstol.


En ese marco de realidad tanto pasada como presente, y con el cadencioso caminar que acompaña a todo peregrino, inmerso en la soledad de sus pensamientos y en el sentir de sus pasos, acordes con el espíritu de su causa, en su ruta alcanza Pizarro, pueblo de colonización que destaca por su paisaje de blancas casas y cuyos campos aparecen engalanados con abundancia de aves acuáticas que harán la delicia del peregrino invitando a éste a levantar la mirada y dejarse deleitar por la explosión de naturaleza y agua que rodea todo el trayecto.


Pero para no despistarse del objetivo sus pasos deben poner rumbo a las llanuras del secano que se abren ante él, ofreciendo al caminante variopintos tonos en función de la época del año: verdes y pardos en los meses fríos, y ocres en la época estival, lo que indican la proximidad del siguiente pueblo en la ruta: Campo Lugar, al que se llega tras una cómoda ruta de 14 kms, sencillo trayecto para un peregrino.


Esta población, que hunde sus raíces en las repoblaciones medievales llevadas a cabo tras la Reconquista, ofrece al peregrino no solo un albergue donde descansar, sino también restaurantes donde reponer fuerzas con una rica gastronomía de la zona (embutidos, quesos, carnes) pero sin olvidar las tradiciones lúdicas como la de la Vaca Embolá; festividad de la que el peregrino puede disfrutar si arriba por estos lares un martes de carnaval, aunque el festejo está presente el resto del año en la escultura que sale al paso a la salida del pueblo, por cuya carretera hay que caminar. Y para no perder el itinerario sin renunciar a la buena mesa, a poco más de dos kilómetros del municipio y antes de cruzar la carretera que une las poblaciones de Miajadas y Zorita aparece en el horizonte el Restaurante el Cruce, con buenos platos y precios para todos los bolsillos.


Tras el merecido descanso los pasos deben continuar por carretera, por un escueto arcén y siempre con precaución, enfilando la cuesta que lleva al siguiente destino poblacional: Abertura, pequeño municipio de tradición agroganadera y cuya iglesia de San Juan Bautista bien merece una pequeña parada. Gastronómicamente destacan los alimentos típicos de la tierra, como las tradicionales migas extremeñas o las sopas de ajo, sin olvidar la oferta gastronómica en base a la caza menor como arroz con liebre, conejo con tomate o suculentas perdices en salsa.

Y teniendo en cuenta que la Cañada Real Leonesa transita por este pequeño municipio, se convierte ésta en un buen itinerario para abandonar este pueblo en dirección a Trujillo, vigilados por la sempiterna mole granítica de la Sierra de Santa Cruz que se yergue imponente en el horizonte, guiando los pasos del caminante de forma inequívoca durante todo el recorrido.

Esa Vía Pecuaria sirve al peregrino como senda, superpuesta a la perfección a una antigua vía romana que servía de conexión entre el camino de Emérita-Caesaróbriga (Mérida-Talavera de la Reina) y uno de los ramales que iban de la romana Mérida a Toledo (Toletum). Y no en vano su lento discurrir entre vistosas dehesas de encinas rezuma tradición peregrina, pues documentado está el viaje que el canónigo de la catedral de Córdoba Bernardo José de Aldrete efectuó en 1612, seguido por otros peregrinos posteriormente, rumbo a Santiago de Compostela, como itinerario más directo desde el oriente andaluz hasta las verdes tierras compostelanas.

Al llegar a la altura de Santa Cruz de la Sierra podemos apartarnos de la vía pecuaria para conocer las excelencias de este pueblo de marcada e histórica tradición peregrina. No en vano es lugar de paso de dos caminos de peregrinación: el mozárabe y el ecuestre a Guadalupe, y lugar de destino espiritual de cientos de devotos que cada 22 de mayo rinden culto a Santa Rita y cada 8 de diciembre a la boliviana Virgen de Cotoca. Además, entre sus vetustas piedras podemos encontrar antiguos relieves de tradición peregrina, todo ello acompañado de sus servicios de cama y mesa: diez alojamientos rurales y dos restaurantes, sin olvidar su churrería donde degustar los tradicionales chocolate con churros para empezar el día con un buen desayuno.

Con el avance por la Cañada Real se consigue vislumbrar Trujillo, designado como uno de los Pueblos más Bonitos de España, de unos 10.000 habitantes, que hará las delicias del peregrino con sus impactantes monumentos, su villa de calles empedradas de tradición medieval y una oferta hotelera y gastronómica de calidad que le confiere destacada posición como destino turístico a nivel nacional.

Pero la Cañada Real continúa, dejando atrás Trujillo y serpenteando por llanos de encinas de gran valor ecológico y paisajístico, que inducen ineludiblemente al caminante a disfrutar de su silencio interior, de su caminar con corazón, para introducirse lentamente en el pequeño municipio de Aldea del Obispo, donde además de poder tomar un refrigerio y disfrutar del buen ambiente rural, se dispone de una casa del ayuntamiento adaptada como hospedaje para peregrinos. Un lugar sin duda a considerar.

Y mientras el Camino Mozárabe sigue avanzando, cobijando bajo su manto los pasos del peregrino, se proyecta por llanuras adehesadas en una etapa más bien larga (27,7 km) hasta llegar a Torrejón el Rubio, municipio en el que convergen los servicios de restauración y la difusión cultural de la zona, como el Centro de Interpretación del Arte Rupestre, claramente vinculado a las manifestaciones artísticas del hombre primitivo en los cercanos y agrestes farallones rocosos de Monfragüe, a los que se llega entre senderos pedregosos, cursos de agua y antiguos puentes de piedra, que se integran a la perfección con la belleza del paisaje en forma de Reserva de la Biosfera que poco a poco va envolviendo al caminante, para entrar hasta el mismo corazón del Parque Nacional de Monfragüe, icono de naturaleza y fauna silvestre de Extremadura, donde la pequeña población de Villarreal de San Carlos supone una isla de vida humana en un mar de agreste y pujante vida salvaje, con la sempiterna y majestuosa figura del buitre leonado sobre los acantilados por los que transcurre el Camino a Compostela.

Con la naturaleza salvaje como genuina compañera de viaje el Camino Mozárabe se va perdiendo entre montes y jarales hacia Malpartida de Plasencia, población con suficiente entidad como para que el peregrino pueda disfrutar en ella de un merecido descanso; eso sí, en alojamientos privados, pues no hay disponibilidad de alojamientos específicos para peregrinos. Aquí destacan los asadores con las mejores carnes de la zona, y maridajes espectaculares con los mejores caldos.

Así, el alimento material debe ir parejo ineludiblemente al alimento espiritual, en ese eterno binomio de cuerpo y alma, de tierra y cielo; en esa fusión de la que todo caminante debe participar. Solo así, y adaptado a los nuevos tiempos, el peregrino se llevará las suficientes experiencias y vivencias de su ruta para solaz de su esencia como Viajero del Tiempo y del Alma, como un verdadero Homo Viator.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *